El crack portugués dejó a los blaugranas con la mesa servida para asistir a un banquete que le ofrecieron los antipáticos vecinos de la casa blanca, y los principios catalanes adoptados por el mediocampista luso terminaron colapsando ante semejante tentación. El diablo había metido la cola, o mejor dicho, Florentino Pérez -entonces un desconocido candidato a la Presidencia del Real Madrid- había metido la chequera.
Empecé a mirar el documental con la empolvada conclusión de hace veintidós años: Figo es un traidor. Sin embargo, por aquella época no conocía los entretelones del traspaso del portugués. Luego de ver el documental en mención, sigo pensando lo mismo: Figo es un traidor, pero un traidor distinto al que concebía al principio esta historia. Figo cocinó a fuego lento su felonía pero no tuvo la valentía para asumirla de frente y empezó a mostrar su deslealtad a través de otros (José Veiga, su representante, y Paulo Futre, su compatriota intermediario del pase).
Luis Figo terminó fichando por el Madrid bajo presión, forzado por una cláusula millonaria de un pre acuerdo en caso de que finalmente se negara a enrolarse a la escuadra madridista. Una jugada maestra de Florentino Pérez. Aunque Figo a última hora no quiso ir al Real Madrid y hubiera preferido quedarse en el Barza pero solo para evitar el cargamontón catalán que ya empezaba a sentir. Aquella cláusula impagable para Figo -cláusula que años después Kylian Mbappé sí podría pagar para liberarse de la presión del Presidente del Real Madrid- fue lo que determinó finalmente que el crack portugués viajara desde Lisboa a Madrid y no a Barcelona. Figo perdió y parece que no sabía que Florentino nunca pierde.
Florentino Pérez, como dije al inicio, en esta historia hace el papel del diablo porque es quien induce a traicionar pero me cae mejor que todos los demás actores porque es un hombre de palabra y su palabra vale más que un papel firmado. En esta historia todos tienen su verdad pero yo le creo a Florentino. Figo señala en el documental que no se sentía valorado por la directiva del Barcelona, primero por José Luis Núñez y después por Joan Gaspart, lo que aprovechó Florentino en la única reunión que tuvo con el portugués al decirle que no le interesaban los millones de dólares de la cláusula sino que le interesaba él, que en su proyecto él sería el jugador principal.
Es así que Figo -descaradamente- de un día para otro pasó de ser la máxima figura del Barcelona de la era post Dream Team a ser la máxima figura del Real Madrid sin haber jugado un solo partido. Florentino Pérez no quería armar un equipo de ensueño como el que dirigió Johan Cruyff en el Barcelona, quería un equipo de súper héroes, de figuras individuales, de galácticos. Y Figo fue el primero. En el documental, quien fuera el 10 portugués del Real Madrid a principios del actual milenio, no se cansa de exponer razones -o excusas- para justificarse de su decisión pero parece convencer a nadie, quiso quedar bien al mismo tiempo con catalanes y madridistas, lo que equivale a pretender quedar bien con Dios y con el diablo. Un contrasentido absoluto. En medio de las presiones que tuvo que soportar, terminó huyendo hacia adelante con dirección a Madrid y no por eso es menos cobarde.
Al final, Luis Figo -quien en un inicio aceptó ser adoptado como catalán comprándose el pleito completo contra los madridistas- no le clavó el puñal a la dirigencia del Barcelona sino a su hinchada, esa afición que lo premió incansablemente con aplausos en el Camp Nou, la misma que cuando volvió vestido de blanco, lo recibió con pifias, pancartas insultantes y botellazos. Mi conclusión sigue siendo la misma que la de hace veintidós años, que Figo -aun con sus nuevas explicaciones- sigue siendo tan traidor como siempre.
Por: @Víctor López